jueves, 28 de julio de 2011

Oficial, detenga a ese guarda!

Recién acabo de ver como le destrozaban los anhelos a dos viejitos adorables.
Venía viajando en el subte. Al llegar a una estación, se detuvo de modo tal que la puerta en donde yo estaba se volvía la continuación natural de la bajada si descendías a pie por la escalera.
El subte quedó frenado, la puerta abierta.
Estuvo así un rato.
La gente se asomaba desde la escalera y apuraba el paso para entrar a un supuesto subte a punto de arrancar, pero que no.
En el momento en que tocaron la bocina avisando que cerrarían las puertas, dos viejitos adorables, con expectativa de vida máxima hasta la próxima navidad, bajaban la escalera.
El viejito, usando una de sus contadas últimas respiraciones, se apresuró para quedar encajado con la puerta entre las nalgas, estirando sus bracitos para sostener la puerta de enfrenta.
La viejita, corriendo a la velocidad de una tortuga paralítica, pudo entrar como para ser cortada por la otra mitad, es decir, dejando el culo de un lado y las tetas del otro. Su bastón era lo único que entró bien en el subte.
La puerta se cerró, apretándolos a ambos, casi cascándoles los huesos, cuando el guarda abrió la puerta.
Lo único que terminó cascado fue el deseo de los viejitos, de morir dignamente, desmembrados en hora pico por el subte en movimiento.
Que guarda hijo de puta.

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