Dejo constancia que estoy muy bien cogida. No me reprimo en lo más mínimo y disfruto de mi sexualidad plenamente. No es eso lo que me lleva a los niveles de irritabilidad que atestiguaron (si hay alguien ahí que lea esto) la semana pasada.
Tampoco son las hormonas, porque gracias a un acierto de mi ginecóloga, hace más de un año que no menstrúo.
Y soy nena, lo aseguro.
Mi irritabilidad proviene de una sencillísima realidad: no me gusta trabajar.
Y también de un combo de otras realidades: valoro muchísimo el silencio, adoro la eficiencia, desprecio el facilismo (realmente abofetearía a la gente que siempre pregunta a otro para evitarse el esfuerzo de resolver por sí mismo), y algunos etcéteras más, que justamente no son factores “alcoyana-alcoyana” de los mundos laborales.
Pero bueno, pese a todas mis pretensiones, necesito el dinero. Necesito el dinero para vivir mi vida real, que sucede antes y después de este paréntesis.
Entonces, vuelvo al blog
“Era, por lo demás, uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla. Habrán observado que son personas que contemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra contemplar un día de lluvia”
(A. Baricco, “Seda”)
clark kent de qué labura para tener tanto mal humor? le escribe las redacciones a Alf.. perdón a majul??
ResponderEliminarConstruyo castillos de naipes en una oficina con mucha corriente de aire
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