lunes, 6 de diciembre de 2010

Podría declararlo un empate

Hoy, volviendo del trabajo, me subí al bondi y me senté en un asiento de dos, del lado de la ventana, con la esperanza de apaciguar el intenso calor.

Como era de esperar ¿adivinen quién, de la larga fila de personas esperando el bondi, se sentó al lado mío? Un hombre, y no sólo un hombre, el hombre de mayor volumen corporal.

Previsora y astuta, antes de que llegue al asiento abrí ligeramente las piernas de modo tal que ocupé toda mi área, hasta sus límites. Aún con esa táctica me veía chiquita e insignificante. El hombre sentó su voluminoso cuerpo, dejando su pierna derecha apoyada en mi pierna izquierda.
Pese a mi sufrimiento interno, y la calor, no me inmuté.

Resistí veinticinco cuadras hasta que el señor corrió su pierna. Ojo, no la corrió demasiado, a simple vista parecía estar apoyada en la mía, pero estaban separadas por una distancia de no sé, menos de un centímetro. Sonreí triunfal, y lo miré de reojo. Apoyé mi cabeza en la ventana para disfrutar las bocanadas de aire tibio que me daba la insólita poca velocidad del colectivo.

A las treinta y cinco cuadras, el señor corrió más todavía la pierna hacia su lado, refutando la creencia popular de que una persona corpulenta sobra hacia los costados del asiento promedio de un transporte público. El señor entraba bien, y justo, en el asiento. El aire se abría paso entre nuestras piernas, refrescándonos.

Cinco cuadras antes de bajar, el señor apoyó toda su pierna de lleno en la mía, otra vez. Hijo de puta. Lo miré con odio, y él miró hacia el otro lado. Sabiendo que solo estaba a dos semáforos, apoyé mas mi pierna en la de él, al tiempo que pensaba "¿querés jugar sucio? ¿te gusta esto, roñoso?".

Ninguno de los dos cedió.

Llegando a la esquina previa de mi destino, me levanté para bajar, porque mi neurosis no estaba tan a pleno como para hacerme pasar de parada tan sólo para ganar una estúpida pelea de piernas.

Mientras tocaba timbre lo miré al señor, y volvió a esquivar mis ojos.

Quería decirle, y si por casualidad llega a este blog, te lo digo a vos, roñosito, sabélo: Lo nuestro no terminó.

1 comentario:

  1. uy el otro dia me paso con una vieja, pero no pude soportar el sudor asi que quede casi estampada contra la ventana. ( me gano )

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