martes, 31 de mayo de 2011

Acepto auspiciantes para la vida

A veces pienso que tengo un perfil publicitario o una imagen muy confiable, porque sucede muy seguido que gente desconocida me pida consejo a la hora de elegir un producto, o se fije en lo que consumo y lo copie. Esto me ocurre principalmente en supermercados y establecimientos gastronómicos.

Es raro porque soy flaca, ojerosa, zaparrastrosa y tatuada lo suficiente como para no dar con el perfil "me encanta cocinar", y si bien estudié cocina y adoro la comida, solo los que me conocen saben como soy con el morfi. No comer sabroso me deprime y malhumora mas que cualquier otra cosa en el universo.

Por ejemplo, una vez estaba en la góndola de vinos y un flaco me preguntó qué vino blanco le recomendaba para cocinar. Claro que podría haber sido un intento de chamuyo, pero le recomendé uno y se fue sin mas, o sea que realmente quería solo la información, o algo en mi respuesta lo hizo desistir en el intento de seducirme.

Esa fue la única vez que me pasó con alguien de mi edad. Siempre me pasa con la tercera edad. Convengamos que la gente mayor no es gente que pida consejo. Da consejo. Bueno, en el súper, me piden consejo a mi. Que si es buena la manteca que agarré, que por qué llevo esa crema y no la marca mas reconocida, que qué tapa de empanada le recomiendo, que si este pan lactal es rico, que por qué le doy un ligerísimo golpecito a la manzana.

Pero hoy me cansé. Estaba en la cola de starbucks (tengo una adicción a sus muffins de arándanos, me hago los míos, pero cuando no hago tiempo a cocinar y paso por un starbucks es como si tuviera la obligación de comprar uno por si hoy es el fin del mundo y es el último que comeré jamás). Cuestión que adelante mío había una señora, indecisa, yendo y viniendo de la góndola o como se llame eso donde está expuesta la comida. Ante sus idas y vueltas decidí tomar su lugar. Cuando le pido a la cajera "un muffin de arándano", la señora atrás mío dice "de qué? que dijo?" y alarga la cabeza para mirar. Indignadísima, no le contesté. Después, la señora se compró uno para ella.

Así que señores, se acabó. Mejor que me empiecen a pagar este laburo encubierto.

No pido mucho, si el dinero no es opción, me proveen la materia prima, no hay problema, y yo sigo convenciendo a la gente de qué tiene que comprar.

Pero así, gratis, no.

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