jueves, 21 de octubre de 2010

El baño laboral

Definitivamente estoy rodeada de conchudas. Conchudas o forras, creo que más bien forras. Comparto el baño del trabajo con siete mujeres. Dos son amigas. Con una de esas dos laburo hace muchísimo, incluso en una época nosotras solitas, es muy limpia y jamás tuve problemas; la segunda es tan o más obsesiva que yo con la limpieza, comería en el baño de su casa, mirá lo que te digo.

Eso nos deja en cinco forras.

Cinco forras que deberían tener un baño separado, con un gran FORRAS en la puerta. No tiran la cadena, no se lavan las manos, si se les cae un papel fuera del cesto jamás lo levantan, dejan meada la tabla, dejan arañazos de mierda en el inodoro, o dejan caca que no se van con la descarga, dejan pelos en la bacha, asquerosos pelos largos, y hasta restos de milanesa o almuerzo no sé si provenientes de su lavado de dientes (lo dudo) o de limpiar sus cubiertos en el baño, estando la cocina exactamente AL LADO del baño.

Forras que si acaban el papel higiénico, las toallas para secarse las manos, o el jabón, lo dejan así, porque para eso está "la señora que limpia". Pero la señora que limpia viene un rato, a la tarde, hija de puta, acabaste el papel a las nueve de la mañana. ¿Nadie se va a secar la concha desde las nueve hasta las cinco de la tarde?

Una cosa es que haya una señora que limpia, y otra cosa que te creas una princesa que se cuida de tocar papel higiénico para no volverse parte de la plebe.

Gila.

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