martes, 26 de octubre de 2010

Mi problema neurológico

Durante mi jornada laboral cumplo múltiples funciones, porque además de ser una empleada (o antes) soy un ama de casa (desesperada, como se puso de moda).

Empleada. Odio completar la sección "ocupación" de los formularios de cualquier cosa... "empleada" ... según la RAE "persona que desempeña un destino o empleo"... "destino" "encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal".

Bueno, decía, hago las compras virtuales en el supermercado (porque ni en pedo, pero ni en pedo, me meto a uno a hacer una cola para comprar) y pago los impuestos por otro sitio web muy conocido, que también tiene la virtud de evitar las colas.

La cuestión es que hace dos semanas me venció la clave de ocho dígitos para hacer estos pagos. Hábil y astuta, ideé unos ocho dígitos fantásticos, basados en reglas memotécnicas que refirieran a asuntos inolvidables. No la anoté, como nunca hago, para no dejar evidencias (y porque pierdo los papelitos donde las anoto).

Hoy tengo que pagar y, como era obvio que pasaría, no tengo la más puta idea de que mugrosos ocho dígitos elegí ni que estúpida regla memotécnica usé ni a que situación supuestamente inolvidable referían.

viernes, 22 de octubre de 2010

Seré una marmota

¿No se les hizo interminable esta semana?

¿Vieron el día de la marmota? ¿La película? El título original es Groundhog day. Está buena. Tiene algunas mersadas románticas, pero zafa.

Mi vida laboral es como el argumento principal de la película. Podría creer muy fácilmente que todos los días es el mismo día y que no transcurren semanas laborales una tras otra, y así años, y así mi existencia. Algunas realidades como por ejemplo el hecho de que el almanaque avanza, me hacen ver que no. Igual eso podría no ser tan así. Bueno, irrefutable es la eventual necesidad de la depilación, eso sí me comprueba que los días cambian.

Todos los putos días laborales me despierto a la misma hora, o sea la hora límite que me permite el margen mínimo necesario para llegar no tan tarde al trabajo, digamos dentro de los quince minutos posteriores a mi horario de entrada. Todos los días con el mismo tema musical, todos los días prendo el mismo noticiero para ver el clima y chequear si llegó el fin del mundo, y todos los días dan las mismas noticias, todos los días me visto, me tomo un vaso de leche a la vez que trato de disimular las consecuencias de la batalla que cada noche se libera entre mi almohada y mi pelo, todos los días me lavo la cara con jabón (sí con jabón, por más que una dermatóloga me haya quitado la categoría de mujer en una consulta donde me notificó que "las mujeres no nos lavamos la cara con jabón), todos los días entre esas actividades se me hace tarde y salgo más tarde todavía, todos los días llego y hago los mismos comentarios vacíos, recibo los mismos comentarios vacíos, me hago el mate, prendo la compu, hago la primer tarea, después escribo en el blog, después sigo con mis tareas rutinarias, todos los días salgo a almorzar a la misma hora, al mismo lugar, donde van las mismas personas, Robert Paulsen, Larguirucho, El Señor de Traje, La Señora Conchuda Que Pide Mermelada Diet, El Tipo Que Va Al Baño Con El Diario, El Motoquero Sin Dientes, El Otro Motoquero Que Para Con El Sin Dientes, todos los días vuelvo de almorzar a la misma hora, me lavo los dientes, vuelvo a mi trabajo, rutina, resolución de problemas boludísimos que me derivan porque creen que yo sé resolverlos y en verdad investigo y los resuelvo pero hasta ese momento no tenía idea de como se arreglaban, todos los días quince minutos antes de la hora de salida, preparo todo y me hago humo, todos los días elijo ir a la parada de uno de los dos bondis que me lleva a mi casa y después de esperar un rato termino corriendo hacia la otra parada porque vino el otro bondi (siempre viene el bondi que para en la otra parada), siempre la cola en la parada del bondi en vez de ser una fila es un cúmulo, siempre las viejas se ponen por delante, y siempre que me toca sentarme es al lado de un tipo que me roba parte de mi asiento.

Debe ser por eso que cambio tan seguido de corte o color de pelo.

jueves, 21 de octubre de 2010

El baño laboral

Definitivamente estoy rodeada de conchudas. Conchudas o forras, creo que más bien forras. Comparto el baño del trabajo con siete mujeres. Dos son amigas. Con una de esas dos laburo hace muchísimo, incluso en una época nosotras solitas, es muy limpia y jamás tuve problemas; la segunda es tan o más obsesiva que yo con la limpieza, comería en el baño de su casa, mirá lo que te digo.

Eso nos deja en cinco forras.

Cinco forras que deberían tener un baño separado, con un gran FORRAS en la puerta. No tiran la cadena, no se lavan las manos, si se les cae un papel fuera del cesto jamás lo levantan, dejan meada la tabla, dejan arañazos de mierda en el inodoro, o dejan caca que no se van con la descarga, dejan pelos en la bacha, asquerosos pelos largos, y hasta restos de milanesa o almuerzo no sé si provenientes de su lavado de dientes (lo dudo) o de limpiar sus cubiertos en el baño, estando la cocina exactamente AL LADO del baño.

Forras que si acaban el papel higiénico, las toallas para secarse las manos, o el jabón, lo dejan así, porque para eso está "la señora que limpia". Pero la señora que limpia viene un rato, a la tarde, hija de puta, acabaste el papel a las nueve de la mañana. ¿Nadie se va a secar la concha desde las nueve hasta las cinco de la tarde?

Una cosa es que haya una señora que limpia, y otra cosa que te creas una princesa que se cuida de tocar papel higiénico para no volverse parte de la plebe.

Gila.

lunes, 18 de octubre de 2010

Encuesta de lunes

Cuando una persona descarta algo en forma directa sin escalas al suelo (llámese ese algo: boleto, envoltorio de chicle/caramelo/golosina, escupida con moco, o, generalizando, cualquier otro elemento que pasa a la categoría de inservible a su portador al tiempo que circula por espacios públicos) sin mirar adónde cae o no cae el objeto en cuestión, y sin dar signos de preocupación alguna por ese significativo aporte a la suciedad, podemos estimar que la persona que descarta:

a - tiene la convicción que durante la caída el objeto se desintegrará y será nada
b - le chupa un huevo
c - le chupa la pija
d - le chupa el comúnmente denominado quinto forro del orto
e - le importa un carajo
f - le importa tres carajos
g - le importa una mierda
h - le importa de uno hasta tres pitos
i - le da por las bolas
j - le tira la goma
k - se lo pasa por el ojete
l - le soba la verga

viernes, 15 de octubre de 2010

El chabón y el bondi

Años llevo luchando por el respeto del espacio personal en los medios de transporte públicos. Ya me resigné a un montón de cosas, pero hay una que estos días me viene teniendo mal.
Viajar al lado de un hombre. ¿Viste que los hombres se sientan de modo tal que pasan el límite del borde del asiento, excediéndose para tu lado? Hace algunos meses me tomé el tiempo de analizar esta situación. El hombre, gordo o flaco, se sienta, abriendo las piernas, y ocupando espacio que claramente corresponde al que va a su lado. Esto es indistinto a si va de la ventana o del pasillo. Siempre roba comodidad. Llegué a conjeturar que los penes necesitan un aireamiento especial, o que el bulto muerto les pone sensible la entrepierna, obligándolos a abrirse... ¡¡Patrañas!! Mi última y más firme tesis viene siendo que después de años de seudo caballerosidad, la liberación masculina promueve el egoísmo y el empachamiento de comodidades.

Como sea, en esta caso no importa el porqué, sino como combatirlo. Yo venía piloteandola bárbaro, simplemente haciendo lo mismo: viajando sentada al modo masculino, acaparando el espacio. Si comparto el asiento con una señorita, reduzco la apertura de piernas, si es un hombre, jamás. Combinado a la rodilla doblada en casos de tipos difíciles, y al comportamiento esquizofrénico en casos muy difíciles, ningún tipo me volvió a robar lugar.

Hasta ahora.

Hace unos días, los hombres no se mosquean con ninguna de mis tácticas. De hecho, por ejemplo, cuando se me sientan al lado, estando yo ya despatarrada, se despatarran también, atacando directo mi talón de aquiles: el contacto físico. Dejan que su pierna se apoye en la mía sin más, sin inmutarse ante ese contacto. Un rato la peleo, ejerciendo presión con mi pierna, defendiendo mi lugar. Si fuese invierno tendría mas chance. Pero ahora, con este calor húmedo y pegajoso de primavera, ese contacto me quema. Agonizo lenta y silenciosamente, víctima de mi propia fobia.

Pierdo.

Pierdo como hace rato no perdía.

martes, 12 de octubre de 2010

Volví

La idea de este blog era retratar la angustia laboral… y tan enajenada estuve que ni tiempo de escribir tenía. Pero el otro día tuve una charla con un jefe acerca de los horarios y él me dijo una gran frase por demás motivadora: “A mi no me importa si trabajan bien o mal, sólo me importa que estén acá de 9 a 18”. Listo, mensaje recibido. Vuelvo al blog

El relato de hoy nada tiene que ver con lo laboral, ni con el tedio, ni con la angustia existencial. Es un relato de cancha. Si, de cancha. Ayer fui a ver un partido por primera vez en mi vida…. Casi puedo asegurar que es la primera vez en años que veo un partido completo. La pregunta del millón es ¿por qué? Y porque si viene el que querés y te pide que lo acompañes vos lo acompañás. Es así, siempre lo fue. Basta de hipocresías.
Así que fuimos un par de horas antes a River a sacar la entrada, no voy a negar que durante dodo el viaje lo único que resonaba en mi cabeza era agotadasagotadasagotadas… pero no, había. Nos hicimos de nuestros carísimos pases y nos fuimos a hacer tiempo por ahí.
Y entramos… acá lo importante del asunto, pequeña nerd que no sabes nada de futbol… la idea de este post, de esta vuelta, era que cuando tu chico te lleve a la cancha ya sepas ciertas cosas fundamentales de estos rituales, pero me di cuenta que sólo puedo dejar un puñado de incertidumbres y alguna observación inservible:
- ¿Ir a la cancha no es algo que se relaciona con la pasión, con el fervor? Entonces, por qué los plateístas se indignan cuando alguien se para y empiezan a gritar ¡abajo, abajo!, como si en ello se les fuera la vida.
- es importante seguir los rituales, por ejemplo, cuando alguien de TU equipo agarra la pelota, sea cual fuere su posición en la cancha, hay que emocionarse y hacer un sonidito gutural que demuestra esperanza, y en cuanto la pierde lanzar un rotundo uuuuuuuuuuu. También es importante que por más que esto te parezca graciosísimo, no está bien que te rías a carcajadas, estuve a punto de ser abofeteada por un niño de 12 años.
- Es interesante observar el comportamiento de los policías que se ubican alrededor de la cancha mirando hacia las tribunas. Empieza el partido y ellos muy serios de espaldas a los jugadores, con la certeza de que su mirada va a impedir cualquier acto delictivo, no tengo dudas que son efectivos. A medida de que el partido avanza, ya se ve como estos muchachos hicieron un giro de 90 grados, están mirando quién sabe dónde, pero en una posición que les permite relojear la hinchada y la cancha al mismo tiempo sin correr el riesgo de desnucarse. Hacia la mitad del segundo tiempo ya rotundamente están de espaldas a la tribuna y participan del rito del sonido gutural y el posterior uuuu.
- ¿Para qué lleva la policía perros? Es decir, entiendo el uso nefasto que se les da a los canes, pero digo, ¿es necesario que estén parados al costado de la cancha? Cada vez que River pifiaba un gol, cosa que ayer pasó seguido, el pobre perro se desesperaba por ir atrás de la pelota, y el cana, con evidente falta de carácter y exceso de comidas, corría riesgo de desmembramiento.
- No entendí por qué se festejan los corners. Me parece de “pechofrío” eso (palabra que aprendí hace poco). Y está mal decirlo, muy mal.
- No está bien hacer cualquier tipo de comentarios empezando con la frase “yo no entiendo nada, pero….”. No lo hagas, indefectiblemente vas a leer en esos ojos que antes se llenaban de cariño la frase “entonces cállate”
- Pero el gran aprendizaje de la tarde fue bastante triste por cierto. Al costado de la cancha hay una especie de carrito médico, con techito, divino. Es obvio que es eso. No le preguntes a ese que tenés al lado por qué hay un puesto de panchos ahí, a vos te puede parecer un chiste divertido, pero cuando él te conteste diciéndote que en realidad es otra cosa, ya va a ser tarde, te vas a dar cuenta qué es lo que en realidad piensa de vos, y la magia va a estar rota.

Síndrome de abstinencia

El viernes, cuando limpié mi mate hacia el fin del horario laboral, perdí mi bombilla.
No la perdí de no encontrarla.
La perdí voluntariamente.
Estaba media falseada la rosca del filtro ahí donde se une con el palito. Apenas la saqué, cayó dentro del tacho de basura de la cocina. Inmediatamente tiré el resto de la bombilla, me persigné, lavé el mate, me fui a mi casa.
Claro que jamás hubiese siquiera intentado sacar lo que se cayó de dentro del tacho.
Ese día a la salida tenía que hacer unas compras, y confié en que recordaría comprar una nueva bombilla.
Grosero error confiar en mí misma.
Hace cuarenta minutos que ingresé a mi trabajo, me estoy tomando un té de hierbas digestivas sin azúcar, pero es incontenible, debo admitir, la necesidad de chupar.
En cualquier momento empiezo a chuparme el dedo.

Auguro un final escandaloso para la presente jornada laboral.

jueves, 7 de octubre de 2010

Jueves

Hoy tengo un día difícil. Es uno de esos días donde todo parece que podría tener solución, pero por el lado de la violencia. Uno de esos días donde te gustaría tener un cinturón de granadas, e ir tirándolas ya desde el bondi. Uno de esos días donde te gustaría tener un rifle recortado colgando de la espalda, y hacerle un agujero entre los ojos a cada idiota que se te acerca poniendo su mejor cara de imbécil para preguntarte algo que es perfectamente capaz de resolver por sí mismo pero que decide no hacerlo, decide ir y preguntarte a vos. Uno de esos días donde querés contestar solo "chupáme la pija". Uno de esos días donde cada pequeña subordinación la sentís como un tirón en tu collar de ahorque. Uno de esos días donde cada comentario cortés, servicial y vacío te provoca la fantasía de sopapear ferozmente a tu interlocutor. Uno de esos días donde lo único que te puede hacer bien es compartirlo con esas personas que te entienden la mirada, que te sacan una sonrisa al verlas, esas personas por las que vale la pena hacer, hacer y hacer, y no te cansás nunca.
Esas personas que te ven así y sacan su escopeta recortada y se calzan su cinto de granadas, y apuntan para el mismo lado que vos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La impresora

La impresora que tengo acá es muy pro, siempre me avisa todo: "pedir nuevo cartucho", "cambiar tóner", "papel atascado", etc.

Recién cambié el tóner y me dijo "negro usado instalado"

Me pareció un poco mucho.

lunes, 4 de octubre de 2010

Sorpresa de lunes

Gran sorpresa me llevé esta mañana cuando desperté y prendí la tele. Puse el noticiero de canal 26, como es habitual, para chequear si la presidenta no habría decretado los lunes como feriados eternos, o si tal vez no habría nevado toda la noche y congeládose la ciudad, suspendiéndose en su totalidad las actividades diurnas, pero no. No había pasado nada de eso, ni estaba canal 26. En su lugar estaba ATC, o el canal equivalente a esta altura de la realidad. Y no me atrapó, asi que escalé un canal más con el control remoto y me apareció canal 13, o el que sea ahora. Y la sorpresa fue más que agradable, porque había un señor del clima que predijo la temperatura a las 10, a las 15 y a las 20, por ejemplo. Me aconsejó como vestirme y hasta me dijo que era conveniente para hoy usar gafas de sol. Fue lindo sentir que alguien te aconseja en un horario tan inhumano. Me sentí contenida.

viernes, 1 de octubre de 2010

Cómo limpiarse la concha

Fui a almorzar y reflexioné sobre mi trauma de hoy en el baño, y sobre mi primer impulso, que fue quejarme sin parar.
Eso no ayuda. Odio a la gente que se queja y se queja y no hace nada al respecto. Por eso:

CÓMO LIMPIARSE LA CONCHA

Antes que nada, como diría Torrente, cuando entre al baño, lávese las manos. NO quiere que sus manos sucias toquen sus genitales.

Al enfrentarse al inodoro, es importante tener en cuenta la posición a elegir para orinar. Esto dependerá de la confianza que le inspire el grado de limpieza del baño a usar:

a - Si el baño está limpio, y confia plenamente en la higiene del mismo, se sentará sobre la tabla.

b - Si el baño está notoriamente sucio o aparenta estar limpio pero NO está segura, o sabe que lo usa alguien que le repugna un poquito, párese sobre el inodoro, en una media flexión de pierna, digamos un ángulo de unos 135º, piernas abiertas, ni tan cerca de la tabla como para evitar rozarla por error de equilibrio, ni tan lejos como para que la caída de su orina salpique la tabla, sus piernas, o provoque que el agua del inodoro se salpique hacia usted.
(Nota: es muy peligroso intentar esta técnica bajo la influencia de alcohol o drogas.)

Una vez correctamente posicionada, orinará. Al terminar, hará una presión de fuerza abdominal sobre la vegija, en búsqueda del desprendimiento de hasta la última gotita.

Para proceder a la limpieza de la concha, primero tomará una generosa porción de papel higiénico, que doblará prolijamente. La técnica del abollado desprolijo del mismo no se recomienda porque la capa de papel no será del mismo grosor en toda su superficie, con el consecuente riesgo de mojar o manchar su manito al llevar a cabo el acto de limpieza.

Una vez doblado el papel, lo pasará de una sola vez desde masomenos la altura del clítoris, presionando especialmente en la uretra, y dirigiendo hacia atrás su deslizamiento, llegando o no al ano, dependiendo esto de su gusto personal. Nunca se ejecutará este movimiento en sentido opuesto, porque puede llevar bacterias microscópicas del ano a la vagina y causar una infección urinaria.
(Nota: en juegos sexuales, no sea tan mojigata, haga tranquila, lávese bien después y ya)

De ser necesario, repita esta operación nuevamente hasta quedar sequita. Si tiene a mano, pásese también una toallita húmeda para bebés, para conservar su concha limpia y bien perfumada.

El papel higiénico sucio será depositado según las instrucciones de cada baño en particular, en principio, dentro del inodoro, y procederá a tirar la cadena después.
(Nota: "Tirar la cadena" es apretar el botón de descarga de agua, o tirar de la piola colgante para lograr el mismo efecto. Si no hay agua, avise al responsable, pida un balde lleno de agua, tire el agua dentro del inodoro. Y tírela usted. Recuerde: cada uno es responsable de su propia mierda)

Si hay un cartel que indique que tire el papel a un tacho, lo tirará al tacho.

CUANDO, y SÓLO CUANDO ya esté limpia y seca, abandone la posición de orine. Si lo hace antes, corre riesgo de que una gotita rebelde caiga sobre la tabla, el piso, o sus piernas.

Súbase la bombacha, el pantalón,falda o lo que esté luciendo, lávese las manos y retírese.

En caso de estar menstruando, procederá de la misma manera, teniendo en cuenta que el cambio del apósito deberá realizarse siempre en posición de orine, sobre el inodoro, de modo tal que cualquier coagulación o goteo se produzca dentro del mismo, y el descarte del apósito usado deberá ser SIEMPRE dentro del cesto de residuos. En el caso de una toallita, es recomendable enroscarla con la parte sangrada hacia adentro, y envolverla además en papel higiénico, lo mismo que el tampón, porque NADIE quiere ver qué tanto o qué poco ha sangrado usted en su apósito.
No está de más procurar que todos los envoltorios, celofanes y demás de su nuevo apósito sean descartados dentro del cesto, y no queden tirados por el piso ni en lugares insólitos, como la jabonera o la suela del zapato de la persona que entre detrás de usted.

Es ideal que antes de retirarse del baño dé una última mirada al mismo para comprobar que no haya rastros de suciedad producto del uso que usted acaba de realizar en las instalaciones, en señal de respeto a la persona que lo usará tras de usted.

Recuerde, es menos vomitivo limpiar los propios fluidos corporales que los de otro.

Distribuya esta información entre sus conocidas para que toda la población femenina mantenga sus genitales limpios.

Muchas gracias.

Despechos de viernes

Primero:

El tipo del DNI nunca me llamó. Siento mi sensualidad ofendida. Ni recibí el dni, ni siquiera vino OCA todavía, y me siento estúpida por creer que por una camisa apretada iba a acelerar mi trámite con un empleado público.

Segundo:

Acabo de ir al baño laboral y encontré:

a- sangre en la tabla

b - sangre en todo el interior del inodoro

c - sangre en el piso

La descarga anda. Hay papel higiénico, y papel del de secarse las manos. En otra habitación, hay una alacena con productos de limpieza. Como puede ser alguien tan sucia e hija de puta de dejar toda su menstruación ahí, al alcance del tropiezo. Todavía tengo naúseas. Lo peor, que somos no sé, 6, 7 minas en la oficina. Menos una, que está preñada.

Yo trato, les juro que trato de defender a las mujeres pero siempre, siempre, hay una que la caga. Como una puede ser anarcofeminista si sigue habiendo putas incapaces de tirar la cadena y limpiarse bien la concha.

Me cago en dios.