jueves, 4 de noviembre de 2010

El esplin se pone científico

En el día de hoy he llegado a un descubrimiento asombroso:

La gente pelotuda parece ser tan pelotuda como es posible, es decir, como si la pelotudez tuviese un tope. Actúan siempre en un umbral que simula ser el máximo concebible de pelotudez. Pero la pelotudez, cual cualidad hermafrodita que vive a coito ininterrumpido consigo misma, se reproduce con la misma fertilidad de las ratas o de los conejos, y aumenta su propio nivel de pelotudez en forma multiplicativa equivalente a su, si no me quedo corta, cuadrado, y no sólo eso, la pelotudez también es contagiosa como rabia de zombie, y basta solo el contacto verbal con un pelotudo, para verse envuelto y contagiado, causándose epidemias de pelotudez en cuestiones de segundos.

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