viernes, 3 de septiembre de 2010

Develando enigmas

Los choferes de bondi son personas. Seres humanos. Como vos y como yo, se calientan. Sexualmente digo. Pero qué pasa. Vos capaz en tu laburo te podés ir al baño y hacerte una pajita. El chofer no puede. Está encerrado en su gran jaula de metal por el tiempo que le dura el recorrido. Solo, en un asiento individual, adelante de todo, expuesto. Reprimido.
Imagináte un día como hoy... nublado, lluvia lenta y constante, las gotas deslizándose despacito por el vidrio, mojándolo, el parabrisas corriendo esa agua a montones, la sensación de humedad, la morcilla adormecida, presionada por los muslos, con ansias de una caricia... El chofer empieza a disminuir la marcha hasta que llega a divisar un compañero a lo lejos. Un compañero que está pasando por lo mismo que él. Esa es la razón por la que los bondis tardan 20, 30 minutos en venir, y cuando vienen, vienen todos juntos...
Porque los choferes paran en alguna esquina oscura a sobarse sus penes mutuamente, hasta alcanzar el éxtasis.

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