jueves, 6 de enero de 2011

El marketing arruina la libertad de expresión

En la esquina de mi laburo hay un Macdonals. No me gustan para nada sus patis, no entro a su local, pero ocupa toda la esquina y es imposible no verlo.
Su (o uno de sus) slogan es "Me encanta", con la m esa amarilla que lo representa.
Desde que lo ví, ya no puedo decir en una conversación normal "me encanta". No puedo. No puedo demostrar mi encanto por nada. No lo puedo desprender de ese me encanta. Me siento un payaso capitalista y pedófilo cada vez que lo digo.
No da.

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