lunes, 10 de enero de 2011

Empezando la semana

Empecé este lunes con una buena y una mala.

Primero la mala: a pesar de ser enero y que en teoría está toda la ciudad de vacaciones, me subí al bondi más lata de atún de la historia. Para peor, no atún al agua, atún al aceite. Cuerpos presionados, sudorosos, pegoteados, viejas con tanto miedo a caerse en su trayecto del asiento a la puerta que se desplazaban como babosas lentas reptando hacia cada caño o manija disponible, sin soltar la primera hasta estar totalmente aferradas a la próxima, tardando en este proceso un tiempo increíblemente eterno, sin ser conscientes de que la masa humana nunca las dejaría caer. El olor reinante en el bondi era a diente sin lavar, a aliento putrefacto. El viaje hizo que perdiera todo mi hermoso perfume a jaboncito y champú de recién bañada, mi perfume a vívere de la ropa, mi orgullo, mi entereza humana, mi dignidad.

La buena: el chofer iba escuchando Pearl Jam.

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